La alimentación en la fase activa de la enfermedad
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Publicado el 05 Febrero 2015
La autoría del siguiente contenido pertenece a: Enfermera virtual. Barcelona: Col·legi Oficial d'Infermeres i Infermers de Barcelona; 2015 [acceso 5 de enero de 2015]. Disponible en: enlace.
Para tratar la enfermedad y mantener un óptimo estado de salud es de vital importancia una alimentación saludable y adaptada a cada persona. Aunque se den pautas alimentarias generales, hay que insistir en que se deben adaptar a la fase en la que esté la enfermedad y la manera como la viva cada persona. Se la llama fase activa cuando aparece un brote, que puede ser de intensidad leve, moderada o severa en función de la sintomatología que presente.
Ante un brote, se recomienda aplicar primero medidas dietéticas, que en función de la intensidad del brote serán:
1. La alimentación en el brote agudo, 2. La alimentación en el brote moderado, 3. La alimentación en el brote leve.
1. La alimentación en el brote agudo
Ante un brote agudo, lo más frecuente es que sea suficiente seguir una dieta (alimentación oral). Pero a veces es necesario aportar nutrientes al tubo digestivo a través de una sonda (nutrición enteral) o por vía sanguínea (nutrición parenteral).
1.1 Dieta oral
No hay consenso sobre la dieta más indicada a seguir en la enfermedad inflamatoria intestinal. Estos modelos de dieta se basan en pautas que favorecen la consecución de los objetivos del tratamiento dietético indicados en la enfermedad inflamatoria intestinal.
Indicaciones
- Cuando el brote de la enfermedad es severo y la vía oral se tolera bien o no está contraindicada.
- Después de un ingreso hospitalario por complicaciones de la misma enfermedad.
Características de la dieta
Hiperproteica. Las personas que en situación de brote tienen pérdidas de sangre en las heces y fiebre, necesitan aumentar la dosis de alimentos ricos en proteínas (carne, pescado, huevos y otros). Por esta razón hay que incluir como mínimo en las 3 comidas principales alimentos proteicos como pescado blanco, carnes magras, postre de soja o clara de huevo.
Hipercalórica. Las necesidades energéticas diarias en la fase activa de la enfermedad son más elevadas que en situación de remisión, a causa del estrés psicológico o quirúrgico o de las posibles infecciones. Se deben hacer un mínimo de 3 comidas principales, más 1 ingesta a media mañana, otra a media tarde, y añadir una colación por la noche, si fuera necesario. La suma de las 5-6 comidas diarias ayudará a aportar las calorías diarias necesarias.
Hipolipídica. Grasas como el aceite de oliva y los alimentos grasos tienen un efecto lubricante sobre el intestino y facilitan las deposiciones. Ante un brote agudo en que las deposiciones son muy abundantes, se debe reducir la aportación de todo tipo de grasas para evitar un exceso de deposiciones. Por este motivo, hay que reducir la dosis de aceite de oliva a 1-2 cucharadas soperas al día. Y no introducir otros alimentos ricos en grasa, especialmente alimentos ricos en grasa saturada como los embutidos o carnes grasas, que facilitarían la inflamación del organismo y, en consecuencia, también la del tubo digestivo.
De bajo contenido en fibra. En el brote agudo las deposiciones diarreicas son abundantes. Por consiguiente, hay que comer menos alimentos ricos en fibra, especialmente fibra insoluble, como los cereales integrales, que tienen un efecto laxante. Sí se podrán ingerir pequeñas cantidades de fibra soluble, que retarda el ritmo de las deposiciones, como la zanahoria, la manzana cocida y el membrillo
Hidratante. A consecuencia de las deposiciones diarreicas se pierde mucha agua, que hay que reponer con la ingesta de bebidas como: agua, el agua resultante de hervir arroz, infusiones astringentes como el té diluido y suero oral.
De fácil digestión. Las EII producen la alteración del tubo digestivo y se debe procurar estimularlo el mínimo posible. Por lo tanto, habrá que aportar alimentos de fácil digestión como el pescado blanco, la compota de manzana y el arroz blanco cocido, entre otros.
Antiinflamatoria. Las EII se caracterizan por la inflamación del tubo digestivo. Por consiguiente, hay que comer menos alimentos ricos en grasas saturadas (carnes grasas, bollería, embutidos, lácteos enteros o mantequilla) ácidos grasos trans (bollería, platos preparados, pastelería, galletas y precocinados, entre otros) y ácido araquidónico (lácteos enteros, carnes grasas o embutidos) con efecto proinflamatorio sobre el organismo.
Cocinada extremando las medidas higiénicas. Las EII provocan un bajón importante del sistema defensivo del cuerpo. Por este motivo, hay que tener un especial cuidado en la higiene cuando se cocina, ya que el organismo no estaría preparado para afrontar una posible intoxicación fruto de una incorrecta manipulación de los alimentos. Se deben seguir una serie de normas para evitarla:
Consejos: Alimentación saludable - la manipulación de alimentos
La olla exprés es un sistema de cocción muy indicado en estos casos, ya que la temperatura y la presión a que se cuecen los alimentos provocan la destrucción de casi todos los microorganismos.
Hay que tener en cuenta:
- Alimentar en un lugar donde la persona se sienta cómoda, como la cama o el sofá.
- Hacer ingestas de poco volumen y espaciadas (6-7 al día).
- Masticar mucho y comer poco a poco, ensalivando correctamente los alimentos para facilitar el proceso de digestión.
- Descansar entre 20 y 30 minutos después de cada comida en el sofá o en la cama con la cabecera levantada.
Alimentos aconsejados:
- Arroz blanco hervido, tostadas de arroz, fideos o macarrones de arroz y papillas de arroz.
- Pan y pastas sin gluten.
- Patata y boniato hervidos o al horno.
- Leches vegetales como la de arroz o postre a base de bebida de arroz enriquecidos en calcio.
- Leche desnatada sin lactosa.
- Zanahoria hervida o licuada.
- Pescados blancos como, por ejemplo, el bacalao (muy fácil de digerir), el rape y la merluza.
- Carne magra como, por ejemplo, el conejo, el pollo o el pavo (sin piel).
- Jamón ibérico (quitando la grasa visible). Es rico en ácido oleico, una grasa que predomina en el aceite de oliva y que tiene efectos antiinflamatorios y cicatrizantes.
- Colas de gamba hervidas.
- Clara de huevo.
- Plátano maduro (sin corazón y sin hilillos).
- Manzana o pera hervida o al horno.
- Membrillo.
- Licuados a base de zanahoria y manzana o pera. Son recomendables porque no contienen fibra, pero hay que valorar la tolerancia de cada persona.
- 1-2 cucharadas soperas (10-20 ml) de aceite de oliva virgen de baja graduación para cocinar y aderezar.
- Alimentos cocinados al vapor, hervidos, en papillote, con microondas o al horno a temperatura mediana (180 ºC).
Cuando el número de deposiciones disminuya, hay que continuar con las pautas dietéticas en fase de brote moderado.
Consejos de salud: Enfermedad inflamatoria intestinal - como se manifiesta
1.2. Nutrición enteral y parenteral
1.2.1 Nutrición enteral
Indicaciones
En la enfermedad de Crohn
- Cuando la dieta no sea capaz de cubrir el 50 % de las necesidades nutricionales diarias.
Consejos de salud: Alimentación saludable - necesidades energéticas
- En determinadas infecciones en que el organismo necesita un aporte más elevado de nutrientes y energía.
- En el caso que esté afectada una parte muy extensa del tubo digestivo.
En la colitis ulcerosa
- Cuando, a causa de un brote agudo, sea necesario un tratamiento con esteroides o haya síntomas de malnutrición durante el tratamiento con esteroides.
1.2.2 Nutrición parenteral
Cuando el brote de la enfermedad haya mejorado, se suspenderá la nutrición parenteral y, siguiendo las indicaciones del médico, se seguirá con la nutrición enteral o la dieta oral en brote severo.
Indicaciones:
- Cuando por determinadas causas la persona no puede mantener un adecuado estado nutricional.
- Cuando sea necesario que el aparato digestivo descanse.
- En el caso que el tubo digestivo esté tan dañado que no acepte la nutrición enteral.
En general, tomar como guía un ejemplo de menú específico en el brote agudo puede ayudar a organizar la dieta
2. La alimentación en el brote moderado
- Cuando el brote de la enfermedad se presenta de forma moderada.
- Después de un brote severo.
Características de la dieta
Hiperproteica. Las personas que en situación de brote hagan deposiciones con sangre en las heces o que tengan fiebre, entre otras afecciones, necesitan aumentar la dosis de alimentos ricos en proteínas (carne, pescado, huevos y otros). Por este motivo hay que incluir, como mínimo en las 3 comidas principales, alimentos proteicos como, por ejemplo, pescado blanco, carnes magras, yogures y huevos.
Hipercalórica. Las necesidades energéticas diarias en la fase activa de la enfermedad son más elevadas que en situación de remisión, a causa del estrés psicológico o quirúrgico o las posibles infecciones. Se deben hacer un mínimo de 3 comidas principales, más 1 ingesta a media mañana, otra a media tarde y añadir una colación por la noche, si fuera necesario. Las 5-6 comidas diarias aseguran el aporte de las calorías necesarias.
Hipolipídica. Grasas como el aceite de oliva y los alimentos grasos tienen un efecto lubricante sobre el intestino y facilitan las deposiciones. Así pues, solo cuando las deposiciones empiecen a ser menos numerosas se puede aumentar la grasa, en forma de aceite de oliva, de una o dos cucharadas soperas a dos i tres cucharadas soperas al día, para asegurar el aporte de vitamina E (tiene efecto antioxidante y potencia el sistema defensivo del organismo), y de ácidos grasos esenciales (grasas que deben ser aportadas por alimentos como, por ejemplo, el pescado azul, las nueces y el aceite de oliva). La dieta no debe incluir otros alimentos ricos en grasa saturada como los embutidos o carnes grasas, que facilitarían la inflamación del organismo y, por lo tanto, también del tubo digestivo.
De bajo contenido en fibra. Cuando las deposiciones son menos abundantes se deberán seguir tomando alimentos ricos en fibra soluble como la zanahoria, para ayudar a retrasar el ritmo deposicional, y probar la tolerancia a otros alimentos como las judías verdes, la calabaza y el calabacín. Aunque contienen fibra son unas verduras suaves, no irritan el intestino y no son flatulentas.
Hidratante. Las deposiciones diarreicas provocan una gran pérdida de agua que hay que reponer ingiriendo bebidas como: agua, el agua resultante de hervir arroz, caldos vegetales, infusiones astringentes como el té diluido y suero oral.
De fácil digestión. Las EII provocan la alteración del tubo digestivo y se debe procurar estimularlo el mínimo posible. Por lo tanto, habrá que aportar alimentos de fácil digestión como el pescado blanco, las
cremas de calabacín y el arroz blanco cocido.
Antiinflamatoria. Las EII se caracterizan por la inflamación del tubo digestivo. Por consiguiente, hay que comer menos alimentos ricos en grasas saturadas (carnes grasas, bollería, embutidos, lácteos enteros o mantequilla) ácidos grasos trans (bollería, platos preparados, pastelería, galletas y precocinados, entre otros) y ácido araquidónico (lácteos enteros, carnes grasas o embutidos) con efecto proinflamatorio sobre el organismo.
Específica para la recuperación del intestino. En las EII en que hay una alteración del tubo digestivo, habrá que potenciar los alimentos ricos en betacarotenos (zanahoria, calabaza y calabacín, entre otros) zinc (marisco, pescado, carne, entre otros), flavonoides (frutas, verduras, te y soja) y probióticos (yogur) para ayudar a recuperar el buen estado del intestino.
Cocinada extremando las medidas higiénicas. Las EII provocan un bajón importante del sistema defensivo del cuerpo. Por este motivo, hay que tener un especial cuidado en la higiene cuando cocinemos, ya que el organismo no estaría preparado para afrontar una posible intoxicación fruto de una incorrecta manipulación de los alimentos. Se deben seguir una serie de normas para evitarla :
Consejos de salud: Alimentación saludable - la manipulación de los alimentos
La olla exprés es un sistema de cocción muy indicado en estos casos, ya que la temperatura y la presión a que se cuecen los alimentos provocan la destrucción de casi todos los microorganismos.
Hay que tener en cuenta:
- Hacer comidas de poco volumen y espaciadas (6 al día).
- Masticar y comer poco a poco, ensalivando correctamente los alimentos para facilitar la digestión.
- Descansar entre 20 y 30 minutos después de cada comida en el sofá o la cama con la cabecera levantada.
Alimentos aconsejados:
- Arroz blanco hervido, tostadas de arroz, fideos o macarrones de arroz y papillas de arroz.
- Pan dextrín (pan sometido a un proceso de torrefacción muy lento, a temperatura y tiempo controlado, que fragmenta el almidón en dextrinas, maltosas y otros disacáridos y hace que el pan sea mucho más fácil de digerir) o tostado y pastas alimentarias como macarrones o espaguetis, entre otros.
- Patata y boniato hervidos o al horno.
- Leches vegetales como la bebida de avena o de soja y postre de soja enriquecidos con calcio.
- Leche desnatada sin lactosa.
- Cremas suaves con una base de patata y zanahoria, a las que se añade una pequeña cantidad de calabacín limpiado y pelado. Cuando se compruebe que se tolera se puede alternar con calabaza.
- Judía verde hervida (mejor si es judía fina sin semillas ni hilillos) con patata.
- Berenjena a la brasa y sin semillas. Una de las mejores maneras de comerla es hacer patata hervida o a la brasa, cortarla a rodajas, poner un poco de berenjena sobre cada rodaja y aderezarlo con unas gotas de aceite.
- Pescados blancos, especialmente bacalao (de fácil digestión), rape y merluza.
- El surimi (palitos de cangrejo) es un alimento que se tolera muy bien, ya que está elaborado a partir de pescado blanco hervido. Se puede utilizar como alternativa a un segundo plato o como decoración de primeros platos para hacer la dieta más variada.
- Sepia, calamar o pulpitos cocinados en la olla exprés con verduras suaves como calabacín, zanahoria y puerro.
- Colas de gambas hervidas.
- Huevo hervido (poner el huevo en agua fría y sacarlo cuando haga 8 minutos que hierve) –mejor si es un huevo omega 3 (los ácidos grasos omega 3 tienen un efecto antiinflamatorio en el organismo)– o en forma de tortilla francesa con muy poco aceite o con verduras suaves como tortilla de calabacín (pelado y hervido o cocinado en papillote) y patata. Para que la tortilla sea de fácil digestión se aconseja hervir las verduras con la patata y, cuando estén cocidas, añadirlas al huevo batido. Entonces se tira todo junto en la sartén con poco aceite.
- Carne magra como, por ejemplo, conejo, pollo o pavo (sin piel).
- Filete de cerdo, si es posible ibérico. Para cocinarlo se aconseja preparar una base de verduras suaves, como, por ejemplo, zanahoria, judía verde y calabacín (se puede añadir patata), y cocinarlo en la olla exprés o en papillote. Si se tolera bien, se puede intentar hacerlo con el filete de ternera.
- Jamón ibérico (quitando la grasa visible) y jamón de pavo.
- Plátano maduro (sin corazón y sin hilillos).
- Manzana rallada o cocida o al horno, o pera hervida.
- Membrillo.
- Licuados a base de zanahoria y manzana o pera. Son recomendables porque no contienen fibra, pero se debe valorar la tolerancia de cada persona.
- 2-3 cucharadas soperas (20-30 ml) de aceite de oliva virgen de baja graduación (inferior a 1º; los más indicados son los < 0,4º)) para cocinar y aderezar.
- Alimentos cocinados al vapor, hervidos, en papillote, con microondas o al horno a temperatura mediana (180 ºC).
Cuando el número de deposiciones disminuya, hay que continuar con las pautas dietéticas para la fase de brote leve.
En general, tomar como guía un ejemplo de menú específico en el brote moderado puede ayudar a organizar la dieta.
3. La alimentación en el brote leve
- El brote de la enfermedad se presenta de forma leve.
- Después de un brote moderado.
Características
Hiperproteica. Las personas en situación de brote necesitan un aporte elevado de proteínas para ayudar a recuperar y cicatrizar la mucosa del intestino. Por este motivo, hay que incluir, como mínimo en las 3 comidas principales, alimentos proteicos como, por ejemplo, pescado blanco, carnes magras, yogures y huevos.
Hipercalórica. Para ayudar a recuperar o mantener el estado nutricional, se necesita un gran aporte de calorías. Por esta razón se harán un mínimo de 3 comidas principales, más 1 ingesta a media mañana, otra a media tarde y añadir una colación por la noche, si fuera necesario. Las 5-6 comidas diarias asegurarán el aporte de calorías necesario.
Hipolipídica. El aceite de oliva y los alimentos grasos tienen un efecto lubricante sobre el intestino que facilita las deposiciones. Por consiguiente, se aconseja seguir con 2-3 cucharadas soperas al día de aceite de oliva, como medida para no aumentar el número de deposiciones y al mismo tiempo asegurar el aporte de vitamina E (tiene efecto antioxidante y potencia el sistema defensivo del organismo) y ácidos grasos esenciales (grasas que deben ser aportadas con alimentos como el pescado azul, las nueces y el aceite de oliva). La dieta no debe incluir otros alimentos ricos en grasa saturada como los embutidos o carnes grasas, que facilitarían la inflamación del organismo y, por lo tanto, también del tubo digestivo.
De bajo contenido en fibra. Cuando las deposiciones sean menos abundantes se deberán seguir tomando alimentos ricos en fibra soluble, como la zanahoria, para ayudar a retrasar el ritmo deposicional, y probar la tolerancia a otros verduras suaves (endibias, escarola o alfalfa). A pesar de contener fibra no irritan el intestino y no son flatulentas.
Hidratante. Las deposiciones diarreicas provocan una gran pérdida de agua que hay que reponer con la ingesta de bebidas como: agua, caldos vegetales, infusiones astringentes como el té y suero oral.
De fácil digestión. Las EII provocan alteraciones del tubo digestivo y se debe procurar estimularlo el mínimo posible. Por lo tanto, habrá que evitar los alimentos de difícil digestión, como las carnes grasas, los fritos y los rebozados.
Antiinflamatoria. Las EII se caracterizan por la inflamación del tubo digestivo. Por consiguiente, hay que comer menos alimentos ricos en grasas saturadas (carnes grasas, bollería, embutidos, lácteos enteros o mantequilla) ácidos grasos trans (bollería, platos preparados, pastelería, galletas y precocinados, entre otros) y ácido araquidónico (lácteos enteros, carnes grasas o embutidos) con efecto proinflamatorio sobre el organismo.
Específica para la recuperación del intestino. En las EII que provocan una alteración del tubo digestivo, habrá que potenciar los alimentos ricos en betacarotenos (zanahoria, calabaza y calabacín, entre otros) zinc (marisco, pescado y carne), flavonoides (frutas, verduras, te y soja) y probióticos (yogur) para ayudar a recuperar el buen estado del intestino.
Cocinada extremando las medidas higiénicas. Las EII provocan un bajón importante del sistema defensivo del cuerpo. Por este motivo, hay que tener un especial cuidado en la higiene cuando cocinemos, ya que el organismo no estaría preparado para afrontar una posible intoxicación fruto de una incorrecta manipulación de los alimentos. Habrá que seguir una serie de normas para evitarlo:
Consejos de salud: Alimentación saludable - manipulación de los alimentos
La olla exprés es un sistema de cocción muy indicado en estos casos, ya que la temperatura y la presión a que se cuecen los alimentos provocan la destrucción de casi todos los microorganismos.
Hay que tener en cuenta:
- Hacer comidas de poco volumen y espaciadas (6 al día).
- Masticar mucho y comer poco a poco, ensalivando correctamente los alimentos para facilitar la digestión.
- Descansar entre 20 y 30 minutos después de cada comida en el sofá o la cama con la cabecera levantada.
Alimentos aconsejados:
- Arroz blanco hervido, tostadas de arroz, fideos o macarrones de arroz y papillas de arroz.
- Pan dextrín (pan sometido a un proceso de torrefacción muy lento, a temperatura y tiempo controlado, que fragmenta el almidón en dextrinas, maltosas y otros disacáridos y hace que el pan sea mucho más fácil de digerir) o tostado, y pastas alimentarias como, por ejemplo, macarrones o espaguetis.
- Patata y boniato hervidos o al horno.
- Leches vegetales como la bebida de avena o de soja y postre de soja enriquecidos con calcio.
- Lácteos (no leche), como los yogures desnatados, la cuajada, los quesitos bajos en grasa o el queso tierno bajo en grasa.
- Cremas suaves con una base de patata y zanahoria, a las que se añadirá una pequeña cantidad de calabacín limpiado y pelado. Si se toleran bien, se podrán alternar con calabaza.
- Judía verde hervida (mejor judía fina sin semillas ni hilillos) con patata.
- Berenjena a la brasa y sin semillas. Una de las mejores maneras de comerla es hacer patata hervida o a la brasa, cortarla a rodajas, poner un poco de berenjena sobre cada rodaja y aderezarlo con unas gotas de aceite.
- Verduras crudas como la zanahoria rallada natural, la endibia o la escarola y germinados como la alfalfa.
- Pescados blancos, especialmente el bacalao (de fácil digestión), el rape o la merluza.
- El surimi (palitos de cangrejo) es un alimento que se tolera muy bien, ya que está elaborado a partir de pescado blanco hervido. Se puede utilizar como alternativa a un segundo plato o como decoración de primeros platos para hacer la dieta más variada.
- Sepia, calamar o pulpitos cocinados en la olla exprés con verduras suaves como calabacín, zanahoria y puerro.
- Colas de gambas hervidas.
- Huevo hervido (poner el huevo en agua fría y sacarlo cuando haga 8 minutos que hierve) –mejor si es un huevo omega 3 (los ácidos grasos omega 3 tienen un efecto antiinflamatorio en el organismo)– o en forma de tortilla francesa con muy poco aceite o con verduras suaves como tortilla de calabacín (pelado y hervido o cocinado en papillote) y patata. Para que la tortilla sea de fácil digestión se aconseja hervir las verduras con la patata y, cuando estén cocidas, añadirlas al huevo batido. Entonces se tira todo junto en la sartén con poco aceite.
- Carne magra como, por ejemplo, conejo, pollo o pavo (sin piel).
- Filete de cerdo, si es posible ibérico. Para cocinarlo se aconseja preparar una base de verduras suaves, como, por ejemplo, zanahoria, judía verde o calabacín (se puede añadir patata), y cocinarlo en la olla exprés o en papillote. Si se tolera bien, se puede probar con el filete de ternera.
- Jamón ibérico (retirar la grasa visible) y jamón de pavo.
- Plátano maduro (sin corazón y sin hilillos).
- Manzana o pera cruda.
- Membrillo.
- Licuados a base de zanahoria y manzana o pera. Son recomendables porque no contienen fibra, pero se debe valorar la tolerancia de cada persona.
- 2-3 cucharadas soperas (20-30 ml) de aceite de oliva virgen de baja graduación para cocinar y aderezar.
- Alimentos cocinados al vapor, hervidos, en papillote, con microondas y al horno a temperatura mediana (180 ºC).
Si los alimentos que se van introduciendo en la dieta se toleran bien y no reactivan la enfermedad, se puede continuar con las pautas dietéticas en fase de remisión.
En general tomar como guía un ejemplo de menú específico en el brote leve puede ayudar a organizar la dieta.