Sistema inmunológico
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Publicado el 11 Junio 2014
El hombre, como cualquier otro animal, no podría sobrevivir a las invasiones de múltiples organismos agresores que le rodean, si no dispusiera de sistemas defensivos que permitieran destruirlos y erradicarlos.
El cuerpo humano posee diversas células que reaccionan y defienden el organismo frente al ataque de agentes agresores. Principalmente estas células son los glóbulos blancos o leucocitos, donde destacan los neutrófilos y los linfocitos.
Los neutrófilos intervienen cuando el ataque es agudo (por ejemplo una herida), mientras que los linfocitos lo hacen en la agresión crónica (por ejemplo en la enfermedad de Crohn y en la colitis ulcerosa).
Además, los linfocitos en su trabajo se organizan y se especializan. Así, los llamados linfocitos B tienen la capacidad de producir sustancias específicas (anticuerpos) frente a los agentes agresores; los llamados linfocitos T helper participan en ayudar y ampliar la respuesta defensiva; y finalmente, los llamados linfocitos T citotóxicos que tienen actividad destructiva propia sobre los agentes agresores.
Todas las células que constituyen el sistema inmunitario habitan en diferentes órganos llamados linfoides. Estos órganos se pueden dividir en primarios o secundarios.
En los primarios, como es el caso de la médula ósea y el timo, es donde tiene lugar la producción y maduración de éstas células. Los órganos linfoides secundarios, como las amígdalas, las placas de Peyer del intestino, el bazo y los ganglios linfáticos, son aquellos donde se disponen los linfocitos ya maduros y se producen las diferentes respuestas inmunitarias frente a los diversos agentes agresores que a continuación explicamos.
¿Cómo trabaja el sistema inmune?
Ante la agresión del organismo por un agente nocivo se va a poner en marcha el sistema defensivo, dando lugar a una respuesta inmunitaria compleja, dónde actuarían los macrófagos y los diferentes linfocitos, como los linfocitos B produciendo anticuerpos o los linfocitos T citotóxicos destruyendo ellos mismos a los agentes agresores. En esta respuesta defensiva participan diversas sustancias, entre ellas las interluquinas y el factor de necrosis tumoral (TNF), que son capaces de facilitar el proceso inflamatorio, incorporando nuevos glóbulos blancos.